Recuerdos y perspectiva sobre la situación de la danza en Bizkaia entre 2002-2008
Laura Etxebarria
En estos años, Bizkaia estaba en la fase en que los ayuntamientos mejoraban o construían sus espacios escénicos y Bilbao era una ciudad muy diferente a la que conocemos ahora tras la apertura de tantos nuevos equipamientos culturales en 2010.
En 1986, el mismo año en que el Teatro Arriaga se reinaugura y se recupera para el teatro, la ópera y la danza clásica, siendo entonces el único teatro en activo en Bilbao, La Fundición había abierto sus puertas como un espacio muy específico para la danza contemporánea -para la exhibición, la formación y la creación- y, más tarde, como centro de recursos y de acompañamiento.
Podríamos decir que, para el año 2002, ya se había generado mucho movimiento de creación en la comunidad artística y de interés en el público y en medios con relación a la danza contemporánea. Y estos años, que menciona el título, fueron un momento muy potente a estos niveles y de continuidad para muchos equipos de coreógrafos y bailarines junto con músicos, video-artistas y artistas plásticos que habían iniciado ya, en la década anterior, sus trayectorias y habían conformado una paleta muy interdisciplinar en relación con las poéticas del cuerpo. También supuso un momento de bonanza económica que permitió un despliegue de ayudas y de colaboraciones institucionales en los tres niveles administrativos. Aunque siempre parecen escasas a los equipos artísticos, permitieron un desarrollo que después sufrió las consecuencias de la crisis del 2008.
En este lapso de tiempo, las programaciones de La Fundición seguían acompañando las trayectorias de Blanca Arrieta, Matxalen Bilbao, Natalia Monge, Sra Polaroiska, Germán y Jorge Jauregui, Damián Muñoz, que trabajaban con los músicos Borja Ramos e Itziar Madariaga, entre otros; y un poco más de lejos, por la distancia geográfica, Idoia Zabaleta, Igor Calonge, Asier Zabaleta, Kukai... Todos estos nombres, que surgieron como primera generación de la danza contemporánea en el País Vasco, fueron abriendo la puerta a otros posteriores que habían acumulado toda la energía y el empeño que se puede desplegar ante un campo artístico tan nuevo en el país, junto con la curiosidad por explorar tantas tendencias coreográficas que por fin se estaban desplegando en el Estado y que llegaban desde el extranjero.
En sus diversos programas intentaba incorporar companías estatales e internacionales (dentro de lo posible y en su margen de maniobra como teatro de pequeño formato y como estructura independiente-no pública), de manera que las tendencias y la información pudiera fluir del propio directo, así como también el intercambio de conocimiento a través de encuentros y talleres con los creadores que llegaban desde fuera.
Aprovechando el teatro y las programaciones, como punto de acogida y de encuentro, empezó también, en estos años, a generar contactos y, más tarde, mecanismos para la movilidad e internacionalización de las compañías vascas, que verían sus frutos en la década siguiente; en algunos casos, con la complicidad del Instituto Vasco Etxepare, tras su creación en 2010, de la mano del Plan Vasco de la Cultura del Gobierno Vasco.
Con el apoyo de la Diputación Foral de Bizkaia -que en el año 1988 había creado el Festival Dantzegunak, penosamente interrumpido tres ediciones más tarde- se abre la posibilidad de que La Fundición, en el año 2000, ponga en marcha el Festival Dantzaldia, con el que abrió otro espacio de información artística para creadores y público y de contacto con tantas compañías estatales e internacionales, ampliando también el campo para la internacionalización que mencionábamos.
Y un poco más adelante, en 2005, con las colaboraciones del Gobierno Vasco y del Ayuntamiento de Bilbao surge la oportunidad, tras varios intentos, de celebrar la primera edición del Festival Lekuz Leku. Su ambición era entrar en el universo de los festivales europeos que se realizan en los espacios urbanos, fuera de los teatros, encontrando al público en sus propios lugares cotidianos, donde las piezas cortas de danza se cruzan con los ciudadanos en lugares insólitos del quehacer o del ocio cotidiano.
En el año 2010, se empiezan a sentir los efectos de la crisis del 2008. Pero, por otro lado, es justamente el año en que se abren la Sala BBK, el Paraninfo de la Universidad en el Bizkaia Aretoa, La Alhóndiga-Azkuna Zentroa y se reinaugura el Teatro Campos. Con todo esto, el panorama de las artes escénicas se modifica totalmente en Bilbao. Pero ese es ya otro capítulo.